Durante mucho tiempo la educación básica media y superior se ha distinguido por una singularidad y es el espacio-tiempo, aunque suene a una teoría astrofísica se resume al sitio y al periodo de estudio.
Manejan el mismo esquema de una fábrica y así ha sido prácticamente desde el desarrollo industrial del mundo; todos con el mismo uniforme, corte de cabello pequeño para los hombres y las mujeres sin uñas pintadas ni cabello pintado o largo, timbre de entrada, recesos y salida.
Así ha seguido nuestra directriz y cada vez desde más pequeños en el adiestramiento por pertenecer a una comunidad de trabajadores de fábrica. Pero ya hace muchos años los obreros de fábrica no es el trabajo más deseado, se han diversificado el alcance de nuestras metas, los logros son cada vez más altos, al punto de romper normas establecidas paradigmas de convivencias que creíamos inquebrantables, la palabra santa del trabajo con horarios para muchos es una anécdota; ejemplo de aquello es Google, Facebook y demás starups existentes y nacientes. Ideas fulgurantes de la generación denominada milenial han cambiado la forma de observar el paisaje.
Esa revolución del sistema sufre otro cisma importante, podría ser definitivo, depende de sus generadores de empoderamiento y sus beneficiados para poder realizar un cambio magnífico en la educación. Toda desgracia genera un cambio, una metamorfosis dolorosa de la cual brota una hermosa solución; la mayor desgracia que está afrontando la humanidad en el siglo XXI ha ocasionado un confinamiento mundial, todos con medidas extremas de salud, higiene y mucho miedo; sin embargo la educación es innegociable, los niños y adolescentes deben prepararse el futuro no espera el tiempo sigue su marcha inclaudicable, por lo que en diversos países han implementado la educación virtual y digital.
China país donde se originó la pandemia fue el precursor de esta modalidad ante la necesidad de avanzar en el desarrollo mental de su población estudiantil, lo han seguido todos los países en base a la experiencia de China y la necesidad de proteger a los más vulnerables en situaciones normales. Ecuador no ha sido la excepción, todas las unidades educativas están planificando esquemas de trabajo, desarrollando medios de comunicación efectiva con sus estudiantes y alistando plataformas tanto estatales como privadas para empezar el año estudiantil el 4 de mayo del 2020.
Todo evoluciona, todo avanza, nada se detiene, el que no se adapta al cambio perece, estamos en un cisma doloroso un cambio que lo estamos pagando con sangre y muertes. La educación es la base de nuestro desarrollo un pueblo sin educación es un pueblo ignorante y manejable. Nuestro sistema educativo debe cambiar para bien esta es una oportunidad de lograr ese cambio. El espacio-tiempo de la educación no debe regirse estrictamente a un ingreso como obrero de fábrica, uniformes para diferenciarlos, cortes de cabello dictatoriales y estereotipados; gracias a la tecnología el espacio para la educación es donde sea y el tiempo es siempre. Siempre estamos dispuestos a aprender sólo dejemos que los niños, adolescentes y estudiantes en general lideren el cambio y sus maestros sean sus guías desde el escritorio de casa.
El Covid-19 no nos dará tregua llegó para quedarse y no podemos tener miedo del futuro, nuestros niños son el futuro, los adolescentes el ahora, los adultos somos el pasado que genera acciones en el ahora y dependiendo de eso mejora o deteriora el futuro. Permitamos que ese futuro sea evolutivo y no involutivo.
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